jueves, 6 de marzo de 2014

UNAM: La lucha por la Autonomía universitaria.

IX


Como ya lo anticipábamos, hoy daremos un pequeño recorrido en la historia de la lucha por la autonomía universitaria.
De nueva cuenta resuena el nombre de Justo Sierra, quien como miembro de la Cámara de Representantes propugnaba ya por una nueva universidad (recuerden que la Universidad Nacional de México surgió a partir de la Real y Pontificia Universidad de México), logro que llegaría a concretarse hasta 1910, en medio de los festejos patrióticos del Centenario de la Independencia de México. Porfirio Díaz nunca sospechó que 1910 sería recordado históricamente como el año en que comenzó la Revolución mexicana...Paradojas de nuestra historia.  Así, en 1881, Justo Sierra, proponía no solo la fundación de una Universidad Nacional sino también autónoma. Las diversas voces no tardaron en hacerse escuchar, por ejemplo, Luis Cabrera se opuso rotundamente a esta característica, ya que si la Universidad dependía económicamente del Estado entonces no podría ser legítimamente autónoma, es más, ni siquiera era deseable. 
Así y durante los años revolucionarios, la Universidad Nacional se encontraba ligada a las órdenes y designios de los distintos Presidentes y Secretarios de Educación Pública. Los años veinte que fueron tan especiales a nivel mundial (por ejemplo en Estados Unidos, comenzó la fabricación en serie, la Unión Soviética estaba viviendo los cambios sociales tras la Revolución de Octubre de 1917, Alemania – la gran perdedora de la Primera Guerra Mundial- trataba de concretar el proyecto de la denominada República de Weimar) le significaron a México también la posibilidad de encontrar el reconocimiento a los gobiernos de los sonorenses por parte de las potencias mundiales y con ello el comienzo del proceso estabilizador de México tras la Revolución. (Sin este reconocimiento ningún préstamo para la modernización de México podía llevarse a cabo). Recordemos, además, que los intereses políticos de potencias como Estados Unidos o Gran Bretaña se encontraban basados en su sintereses económicos, acrecentados por sus acciones en las compañías petroleras.
A mediados de los años veinte- México viviría uno de sus capítulos más sangrientos: La denominada Guerra Cristera o Cristiada, una guerra civil que se dio entre milicianos campesinos cernanos a la iglesia católica y el gobierno mexicano al interior de la República mexicana en contra de las reformas anticlericales de la Constitución de 1917 y puestas en marcha por Calles,  estas reformas defendía –entre otros aspectos-, quitarle la fuerza política y educativa al clero mexicano. Así, llegó el año 1928, el año en que fue asesinado Álvaro Obregón y en el que José Vasconcelos se decidió a contender en las elecciones presidenciales. Así se dió el movimiento vasconcelista, el cual fue apoyado por muchos jóvenes, algunos discipulos de Vasconcelos quien como ya hemos visto, había fungido tanto como rector de la Universidad Nacional de México como Secretario de Educación Pública. Alejandro Gómez Arias (Oaxaca, 1906), se interesó en la retórica y a través de su facilidad de palabra consiguió el Premio Nacional de Oratoria, haciéndose de muchos seguidores incluso  gracias a lo anterior y a su carismo es que fue nombrado Presidente del Consejo de Huelga. Se ha dicho que
el mérito de Gómez Arias en esta lucha radica en dos puntos, inicialmente en no claudicar, pues el movimiento no careció de tensión, al punto de que en cualquier momento hubiese estallado la violencia, cuidó de que ésta no estallara, al menos no de parte de los estudiantes; su otro gran mérito fue equilibrar las demandas de los distintos grupos que formaban el movimiento, pues de no haber sido así, los estudiantes se habrían dividido y debilitado ante semejante lucha, el resultado, sin duda, hubiese sido la derrota total de una causa justa.[1]


Es interesante apuntar que si bien el movimiento estudiantil de 1999-2000 de la UNAM pugnaba por la representación horizontal y hasta anónima, el naciente movimiento estudiantil reconocía abertamente a sus líderes, de ahí que Alejandro Gómez Arias haya sido tan conocido entonces. (Por cierto, años antes también había sido el novio de Frida Kahlo).
Pero Vasconcelos perdió las elecciones ante el elegido de Calles, Pascual Ortiz Rubio, candidato del Partido Nacional Revolucionario, el PNR, antecedente directo del PRI.
En julio de 1929 y gracias al movimiento estudiantil, la Universidad obtuvo su estatuto de Autonomía y quedó establecida, finalmente, como: Universidad Nacional Autónoma de México. Alejandro Gómez Arias, trabajo un gran periodo dentro de la Universidad, también como abogado y como columnista de la revista ¡Siempre! Donde dejó un abasta colección de artículos, los cuales valdría la pena rescatar del olvido. Gómez Arias murió en 1990.
¿Qué significa en la práctica la autonomía universitaria?
A decir por el historiador Miguel León Portilla en su artículo “Humanidades, ciencias sociales y autonomía universitaria”, el cual puede encontrarse aquí,  autonomía significa que

La Universidad se gobierna a sí misma. Elige libremente a sus autoridades que, en el caso de la UNAM, son el Rector, los miembros de la Unta de Gobierno, los integrantes del Consejo Universitario, los del Patronato, los directores de Facultades, Escuelas e Institutos. También en virtud de su autonomía ejerce su presupuesto, previa aprobación del Consejo Universitario, al que cada año rinde cuentas de su ejercicio. Dicho Consejo aprueba los estatutos de docentes e investigadores, al igual que los planes de estudio. También como consecuencia de su autonomía, la Universidad lleva a cabo tareas de docencia e investigación concebidas y realizadas libremente por sus miembros. Igualmente difunde la cultura y la hace llegar a incontables personas por todos los medios de que dispone.[2]

Los derechos que se ganan deben defenderse día día, la autonomía universitaria es una de las virtudes más nobles de la Universidad Nacional Autónoma de México. A 85 años de haber ganado la autonomía universitaria refrendamos su defensa y la necesidad no solo de que la autonomía no se vea empañada sino que los mecanismos para la representación universitaria sean más transparentes. Por ejemplo, en el caso de la designación de Directores, quienes a la larga logran controlar las votaciones en el Consejo Universitario, máximo órgano colegiado de la UNAM.







[1] Haro Oteo, Javier Arturo: “Apología de Alejandro Gómez Arias”, en: http://cafecin.wordpress.com/2005/12/08/apologia-de-alejandro-gomez-arias-por-javier-arturo-haro-oteo/ (05.03.2014)


[2] León-Portilla, Miguel: “Humanidades, ciencias sociales y autonomía universitaria”, en: Revista de la Universidad de México, p. 7. Ver: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/3006/pdfs/5-11.pdf (05.03.2014)


Foto: "Huelguistas autonomistas, 1929". Ibid

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