jueves, 6 de febrero de 2014

6 de febrero 2000

El domingo “negro” 6 de febrero del año 2000, las botas de la Policía Federal Preventiva (PFP) se estrenaban en el campus universitario de Ciudad Universitaria. No nos sorprendieron, sabíamos que la toma de la Universidad estaba próxima, sobre todo después de lo sucedido en Prepa 3 unos días antes, “en que un grupo de porros y golpeadores pagados toman por la fuerza este plantel para después ser recuperado por lo estudiantes en huelga, lo que da el pretexto ideal para que la PFP haga su aparición publica”.[1]  La Policía Federal Preventiva tenía la tarea de sacar a los huelguistas de las instalaciones de la Universidad. Se traicionaba con esto los acuerdos del 10 de diciembre en donde se reconocía al CGH como interlocutor. El rector Juan Ramón de la Fuente había llamado a la participación al plebiscito con el fin de acabar con la huelga de la UNAM, como ha dicho Adolfo Gilly, con la “interminable” huelga de la UNAM.  Escribía Gilly, “esto no nos impide comprender por qué también muchos, sinceramente, hartos de una huelga interminable, creyeron que votar podí­a ser una salida y tomaron por buena su palabra. Ahora ya todos sabemos cuánto vale.”[2]
Hoy también recordamos las palabras de Luis Javier Garrido (1941-2012), uno de los pocos, poquísimos intelectuales y profesores universitarios que vieron la complejidad del movimiento estudiantil de fin de siglo que significó el movimiento del CGH, más allá de las posturas a veces irreconciliables, de los grupos que lo conformaron.

Dijo Luis Javier Garrido un día después de la entrada de la PFP a la UNAM:

(...) La toma policiaco-militar de las instalaciones de la UNAM constituye en primer término una derrota para Ernesto Zedillo y el gobierno que encabeza, pues pone al desnudo una vez más los rasgos antidemocráticos del régimen mexicano. La represión contra los estudiantes no tiene justificación alguna, pues a pesar de la propaganda desarrollada por el régimen, los hechos son inocultables: a lo largo de 292 dí­as, primero Barnés y luego De la Fuente se negaron sistemáticamente a dialogar con los estudiantes en huelga. En el Palacio de Minerí­a, lo mismo en julio que en diciembre, los emisarios del rector se negaron a discutir los seis puntos del pliego estudiantil, y el viernes 4 en la Antigua Escuela de Medicina, De la Fuente exigió del Consejo General de Huelga su rendición incondicional utilizando a los estudiantes detenidos en la Preparatoria 3 como rehenes y argumentando que su plebiscito, en el que no votó ni la mitad de la comunidad universitaria, constituí­a "un mandato": negándose una vez más a dialogar sobre los seis puntos del pliego estudiantil. Ante la evidente voluntad de diálogo por parte de la delegación del CGH que acudió con la voluntad de, a) establecer un diálogo que, b) llegara a un acuerdo para levantar la huelga, el rector insistió³ una y otra vez en que el diálogo sería después del levantamiento de la huelga, amenazando claramente con la represión, aunque ahora pretenda que no es responsabilidad suya, y pretendiendo de manera hipócrita que va a ayudar a liberar a los detenidos cuando él es el principal responsable de su encarcelamiento (...)

Hoy, a 14 años de ese domingo negro, podemos afirmar que a pesar del sabor a derrota, l@s estudiantes, trabajadore@s, profesor@s que participamos -en menor o mayor medida en el movimiento de 1999-2000- logramos frenar el embate neoliberal, es decir, privatizador, imperante en las universidades de América Latina.

¡La lucha sigue, no olvidamos!











[1] Kaosnelared.net
[2] Ver Adolfo Gilly: “El pueblo defenderá a los suyos”, La Jornada,  07.02.2000, en: http://www.jornada.unam.mx/2000/02/07/gilly.html (04.02.2014)
Fotos: La Jornada

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