IX
Como ya lo anticipábamos, hoy daremos un pequeño
recorrido en la historia de la lucha por la autonomía universitaria.
De nueva cuenta resuena el nombre de Justo
Sierra, quien como miembro de la Cámara de Representantes propugnaba ya por una
nueva universidad (recuerden que la Universidad Nacional de México surgió a
partir de la Real y Pontificia Universidad de México), logro que llegaría a
concretarse hasta 1910, en medio de los festejos patrióticos del Centenario de
la Independencia de México. Porfirio Díaz nunca sospechó que 1910 sería
recordado históricamente como el año en que comenzó la Revolución
mexicana...Paradojas de nuestra historia. Así, en 1881, Justo Sierra, proponía no solo
la fundación de una Universidad Nacional sino también autónoma. Las diversas
voces no tardaron en hacerse escuchar, por ejemplo, Luis Cabrera se opuso
rotundamente a esta característica, ya que si la Universidad dependía
económicamente del Estado entonces no podría ser legítimamente autónoma, es
más, ni siquiera era deseable.
Así y durante los años revolucionarios, la
Universidad Nacional se encontraba ligada a las órdenes y designios de los
distintos Presidentes y Secretarios de Educación Pública. Los años veinte que
fueron tan especiales a nivel mundial (por ejemplo en Estados Unidos, comenzó
la fabricación en serie, la Unión Soviética estaba viviendo los cambios
sociales tras la Revolución de Octubre de 1917, Alemania – la gran perdedora de
la Primera Guerra Mundial- trataba de concretar el proyecto de la denominada República
de Weimar) le significaron a México también la posibilidad de encontrar el reconocimiento
a los gobiernos de los sonorenses por parte de las potencias mundiales y con
ello el comienzo del proceso estabilizador de México tras la Revolución. (Sin
este reconocimiento ningún préstamo para la modernización de México podía llevarse
a cabo). Recordemos, además, que los intereses políticos de potencias como
Estados Unidos o Gran Bretaña se encontraban basados en su sintereses
económicos, acrecentados por sus acciones en las compañías petroleras.
A mediados de los años veinte- México viviría
uno de sus capítulos más sangrientos: La denominada Guerra Cristera o
Cristiada, una guerra civil que se dio entre milicianos campesinos cernanos a
la iglesia católica y el gobierno mexicano al interior de la República mexicana
en contra de las reformas anticlericales de la Constitución de 1917 y puestas
en marcha por Calles, estas reformas
defendía –entre otros aspectos-, quitarle la fuerza política y educativa al
clero mexicano. Así, llegó el año 1928, el año en que fue asesinado Álvaro
Obregón y en el que José Vasconcelos se decidió a contender en las elecciones
presidenciales. Así se dió el movimiento vasconcelista, el cual fue apoyado por
muchos jóvenes, algunos discipulos de Vasconcelos quien como ya hemos visto,
había fungido tanto como rector de la Universidad Nacional de México como
Secretario de Educación Pública. Alejandro Gómez Arias (Oaxaca, 1906), se interesó
en la retórica y a través de su facilidad de palabra consiguió el Premio Nacional
de Oratoria, haciéndose de muchos seguidores incluso gracias a lo anterior y a su carismo es que fue
nombrado Presidente del Consejo de Huelga. Se ha dicho que
el mérito de
Gómez Arias en esta lucha radica en dos puntos, inicialmente en no claudicar,
pues el movimiento no careció de tensión, al punto de que en cualquier momento
hubiese estallado la violencia, cuidó de que ésta no estallara, al menos no de
parte de los estudiantes; su otro gran mérito fue equilibrar las demandas de
los distintos grupos que formaban el movimiento, pues de no haber sido así, los
estudiantes se habrían dividido y debilitado ante semejante lucha, el
resultado, sin duda, hubiese sido la derrota total de una causa justa.
Es interesante apuntar que si bien el
movimiento estudiantil de 1999-2000 de la UNAM pugnaba por la representación
horizontal y hasta anónima, el naciente movimiento estudiantil reconocía
abertamente a sus líderes, de ahí que Alejandro Gómez Arias haya sido tan
conocido entonces. (Por cierto, años antes también había sido el novio de Frida
Kahlo).
Pero Vasconcelos perdió las elecciones ante el
elegido de Calles, Pascual Ortiz Rubio, candidato del Partido Nacional
Revolucionario, el PNR, antecedente directo del PRI.
En julio de 1929 y gracias al movimiento
estudiantil, la Universidad obtuvo su estatuto de Autonomía y quedó
establecida, finalmente, como: Universidad Nacional Autónoma de México.
Alejandro Gómez Arias, trabajo un gran periodo dentro de la Universidad,
también como abogado y como columnista de la revista ¡Siempre! Donde dejó un
abasta colección de artículos, los cuales valdría la pena rescatar del olvido.
Gómez Arias murió en 1990.
¿Qué significa en la práctica la autonomía
universitaria?
A decir por el historiador Miguel León Portilla
en su artículo “Humanidades, ciencias sociales y autonomía universitaria”, el
cual puede encontrarse aquí, autonomía
significa que
La Universidad
se gobierna a sí misma. Elige libremente a sus autoridades que, en el caso de
la UNAM, son el Rector, los miembros de la Unta de Gobierno, los integrantes
del Consejo Universitario, los del Patronato, los directores de Facultades,
Escuelas e Institutos. También en virtud de su autonomía ejerce su presupuesto,
previa aprobación del Consejo Universitario, al que cada año rinde cuentas de
su ejercicio. Dicho Consejo aprueba los estatutos de docentes e investigadores,
al igual que los planes de estudio. También como consecuencia de su autonomía,
la Universidad lleva a cabo tareas de docencia e investigación concebidas y
realizadas libremente por sus miembros. Igualmente difunde la cultura y la hace
llegar a incontables personas por todos los medios de que dispone.
Los derechos que se ganan deben defenderse día
día, la autonomía universitaria es una de las virtudes más nobles de la
Universidad Nacional Autónoma de México. A 85 años de haber ganado la autonomía
universitaria refrendamos su defensa y la necesidad no solo de que la autonomía
no se vea empañada sino que los mecanismos para la representación universitaria
sean más transparentes. Por ejemplo, en el caso de la designación de Directores,
quienes a la larga logran controlar las votaciones en el Consejo Universitario,
máximo órgano colegiado de la UNAM.
[1] Haro Oteo, Javier Arturo: “Apología de Alejandro Gómez Arias”, en: http://cafecin.wordpress.com/2005/12/08/apologia-de-alejandro-gomez-arias-por-javier-arturo-haro-oteo/ (05.03.2014)
[2] León-Portilla, Miguel: “Humanidades, ciencias sociales y autonomía universitaria”, en: Revista de la Universidad de México, p. 7. Ver: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/3006/pdfs/5-11.pdf (05.03.2014)
Foto: "Huelguistas autonomistas, 1929". Ibid